La resiliencia laboral como factor protector en el manejo del estrés
Por Carolina Soler, HRBP de Godoy Córdoba.
En el mundo actual, el manejo del estrés se convierte en un desafío mayor que implica afrontar diversas situaciones, las cuales por un lado se encuentran relacionadas con aspectos de orden psicosocial, tales como la ansiedad frente a la amenaza del virus, la incertidumbre frente a la estabilidad económica, la convivencia con quienes compartimos el mismo espacio trabajando desde casa y, por otra parte, el desenvolvimiento en un entorno laboral con una alta exigencia en cuanto a la satisfacción de expectativas con inmediatez y la hiperconectividad.
En consecuencia, lo anterior resulta abrumador y podría causar efectos nocivos en nuestra salud física y mental, que pueden ser mitigados con la incorporación de prácticas de autocuidado a nuestro estilo de vida, así como el desarrollo de habilidades de adaptación, en especial de resiliencia.
La resiliencia en el contexto laboral es definida como la capacidad de sobreponerse a las dificultades que se derivan del manejo de situaciones de presión, de conflicto y la sobrecarga laboral.
Algunas de las características que se destacan de las personas resilientes son:
- Capacidad de mantener expectativas realistas.
- Centrarse en el momento presente.
- Inteligencia emocional.
- Flexibilidad.
- Comunicación asertiva, afectiva y compasiva.
Ahora, este tema incluye a las organizaciones en el sentido en el que deben procurar el bienestar de sus colaboradores. Por consiguiente, surge un interrogante ¿Cómo promover el desarrollo de equipos resilientes? La respuesta es, mediante mecanismos que generen un balance de vida personal y laboral, a través de la promoción de la salud física y mental, el fortalecimiento de una cultura organizacional sólida, la comunicación transparente y efectiva, e incluso el fomentar escenarios retadores que inviten a los colaboradores a salir de su zona de confort y que al mismo tiempo permitan desarrollar al máximo su potencial creativo. Esto favorecerá la capacidad para realizar un adecuado manejo del estrés y desarrollar mayor tolerancia a la frustración.
En conclusión, debemos realizar un ejercicio permanente para identificar las necesidades del entorno y adaptarnos, sin perder de vista la importancia del bienestar en todos los ámbitos. En este sentido, las organizaciones desempeñan un papel fundamental, pues son llamadas a actuar como facilitadores del cambio, tomando como base la promoción de habilidades y prácticas sanas que favorezcan el afrontamiento de situaciones retadoras y de estrés, pero que al mismo tiempo permitan a sus colaboradores salir fortalecidos de las mismas.
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