Reforma laboral impostergable: ¿por qué?

Por Carlos Hernán Godoy, para el diario Portafolio.

Históricamente, hablar de una reforma laboral en Colombia ha sido un tema tabú, como si fuera algo lejano a una realidad económica y social que reclama soluciones.

La problemática laboral a raíz de la emergencia sanitaria y el aislamiento obligatorio han puesto de presente en estos 4 meses largos, que el sistema laboral del país está lejos de responder a una realidad dramática como lo explicaré a continuación.

Una regulación laboral que no cubre a más del 50% de la población económicamente activa (trabajo informal), sin lugar a duda, resulta incompleta e insuficiente para hacer realidad el objetivo de la justicia en las relaciones laborales. Si bien dentro de la llamada informalidad hay muchas formas de trabajo, un altísimo porcentaje son trabajadores dependientes sin garantías sociales ¡esto no puede seguir así!

Una economía como la de Colombia dentro de la cual el sector agrícola debería ser la principal fuente del PIB por la privilegiada geografía, no puede carecer de unas reglas laborales que reconozcan las particularidades del sector y los sistemas de trabajo en el campo.

El campesino no puede seguir siendo un personaje reconocido un día al año y abandonado los 364 restantes. Nuestra legislación actual establece reglas para el trabajo en el campo iguales que las reglas de las industrias, los sectores de servicios y de las oficinas urbanas. Si bien hoy en día hay proyectos agroindustriales muy importantes y exitosos, ello sólo sucede cuando los inversionistas que tienen el músculo suficiente se incorporan a la economía agrícola. Pero, la gran mayoría de los trabajadores del campo son trabajadores informales ¡esto no puede seguir así!

Por otro lado, las empresas que tienen trabajadores formales a su servicio (con garantías sociales y generosas establecidas en la ley), padecen del envejecimiento y la desactualización de las reglas laborales. Baste con mencionar algunos ejemplos: las reglas colombianas sobre jornada son ridículas, las empresas no pueden organizar modelos de turnos más eficientes a cambio de mayores días de descanso para sus trabajadores, pues el Ministerio del Trabajo las multa por desbordar normas arcaicas.

La búsqueda de mecanismos para balancear la relación vida-trabajo en nuestro país hasta ahora ha sido fruto de iniciativa de los empleadores, pues las leyes no facilitan esos sistemas tan necesarios hoy en día.

El trabajo en casa, que ha quedado demostrado durante la cuarentena es una alternativa muy eficiente y reduce significativamente los problemas de movilidad en las grandes ciudades, requiere normas más flexibles y ajustadas a esa nueva realidad de trabajo y no, como actualmente, transfiriendo las reglas del trabajo en la empresa al trabajo en casa como si fueran lo mismo. ¡esto no puede seguir así!

Lo más importante, las mipymes más que créditos y subsidios, que son soluciones pasajeras, necesitan reglas sobre costos laborales proporcionados a su capacidad económica. Sólo así se combatirá efectivamente la informalidad y se generará nuevo empleo.

Podríamos escribir más y más renglones pues son inmensas las realidades desconocidas por nuestra ley laboral, pero por ahora, baste con reiterar que se necesita una reforma laboral de manera impostergable.


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