Empresas que sobrevivieron necesitan apoyo estatal
Por el Dr. Carlos Hernán Godoy, para El Tiempo.
El 2020 será recordado en nuestra historia como el año en el que el sector empresarial se dividió en dos. Un 30 %, aproximadamente, que pudo continuar su actividad productiva durante la cuarentena obligatoria y el resto, un 70 %, aproximadamente, que debió parar.
El segundo grupo ha hecho esfuerzos extraordinarios para sobrevivir sin producción, prestación de servicios, ventas ni ingresos. El apoyo que ha recibido de parte del Estado en realidad no ha sido eficaz, y cuando ese sector empresarial ha tomado medidas para sobrevivir, ha sido objeto de inspecciones rigurosas más que de comprensión y respaldo. Incluso, ha sido ‘castigado’ por atreverse a aplicar la ley mediante la suspensión de los contratos, no obstante haber otorgado, en la mayor parte de los casos, apoyos económicos a sus trabajadores simultáneamente (este sector fue excluido del subsidio para el pago de nómina).
En la medida en que el manejo gubernamental para la emergencia sanitaria está haciendo transición del aislamiento obligatorio al aislamiento inteligente, el sector empresarial más afectado ha ido siendo autorizado para reabrir operaciones. Sin embargo, esta reanudación de labores tomará tiempo, pues las medidas de bioseguridad a nivel nacional y las de movilidad a nivel local obligarán a organizar muy lentamente su reactivación hacia la normalidad (acuerdos sobre jornadas parciales, turnos rotativos, semanas de trabajo y semanas de licencia, etc).
Como decía un editorial del periódico Portafolio en estos días, los trabajadores de estas empresas tienen una gran expectativa por el “regreso a los puestos de trabajo”, pero, evidentemente, las empresas no podrán operar al 100 %, sino que la reactivación variará dependiendo, además, de los diferentes tipos de operaciones y la dinámica de la economía. En este punto, los trabajadores tendrán que comprender que sus empleadores tardarán en regresar la normalidad y, por lo tanto, tendrán que apoyar y adaptarse al proceso gradual. No parecería necesario decirlo, pero ojalá el Gobierno Nacional, y en especial las autoridades del trabajo, también comprendan y, además, ojalá apoyen como les corresponde esta convocatoria gradual a la actividad laboral.
Finalmente, el sector empresarial tendrá que hacer cambios en sus modelos de trabajo con base en los aprendizajes y enseñanzas que deja esta coyuntura tan grave. Entender los nuevos hábitos de consumo, adaptar sus procesos a las nuevas tendencias del mercado mismo, optimizar los servicios a través de los medios digitales, en fin, modernizar el aparato productivo también toma tiempo. Los trabajadores tendrán el reto de adaptarse a la reconversión funcional.
Las medidas laborales que habrán de tomar las empresas para llegar a la recuperación del impulso que venía teniendo nuestra economía requieren, insistimos, comprensión y apoyo, y por ahora no se avizoran medidas gubernamentales en este sentido.
En últimas, hay que salvar el aparato productivo de nuestro país (después de esta dura prueba) para evitar una quiebra empresarial. Esto es lo que el mismo periódico Portafolio describía como “fenómenos muy lamentables que reflejan en la práctica los severos impactos socioeconómicos de las medidas sanitarias de lucha contra el coronavirus”, y continúa: “La quiebra destruye ese ecosistema de dueños, accionistas, empleados, proveedores, clientes, pago de impuestos y ventas”. Y para evitar esto no basta entregar las soluciones a “acuerdos fraternos”, este tipo de situaciones requiere liderazgo gubernamental.
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